En incontables ocasiones ponemos fotos de nuestros hijos como perfil de WhatsApp o en las actualizaciones de los estados. Aunque WhatsApp es una herramienta maravillosa, exponemos a nuestros hijos a riesgos innecesarios, la mayor parte de las veces sin ser conscientes de ello.
Nos encontramos en un periodo de cuarentena y es lógico querer compartir momentos con nuestros seres queridos, el problema está en que nuestro perfil de WhatsApp, está configurado por defecto para que lo vea todo el mundo, por no decir que, al subir una foto al perfil, estamos realmente subiendo una foto a los servidores de Facebook. Podemos dar un poco de privacidad a la foto de perfil configurando WhatsApp, para que esta foto solo pueda ser vista por nuestros contactos. Incluso así, la mayoría de la gente, tenemos en la agenda del móvil más personas a parte de nuestros amigos y familiares (contactos del trabajo, de tiendas, servicios, colegios…), y las fotos de nuestros hijos estarían al alcance de muchas personas. Por esto mi recomendación es no compartir fotos de nuestros hijos en el perfil de WhatsApp.
Para el caso del estado de WhatsApp, si no hemos modificado la configuración de privacidad, tampoco sería recomendable compartir fotos de niños por aquí. Aunque esta forma de compartir fotos es algo distinta, y permite privatizarlo aún más que los perfiles. El estado podemos compartirlo solo con las personas que nosotros elijamos, o si lo deseamos, también con todos nuestros contactos. A diferencia del perfil ya tenemos más opciones de privatización, así, dedicándole unos minutos a su configuración, podemos incluir solo a las personas de confianza con quien queremos compartir esos momentos con nuestros hijos, si le añadimos que el estado solo dura 24 horas, me parece más seguro que el perfil.
Los métodos anteriores, son formas de compartir imágenes de manera un tanto automática por WhatsApp, pero no nos olvidamos del simple envío de fotos por mensaje. Cuando compartimos fotos de forma individual con alguien por WhatsApp, lo normal es que conozcamos plenamente a esa persona y confiemos en ella, por lo tanto, no debería haber tantos riesgos de que esas fotos acaben en malas manos, sobre todo si el receptor hace un uso adecuado de las fotos.
Está claro que la mayor parte de las personas no son “mala gente”, pero siempre hay quien busca la oportunidad para hacer el mal, mi recomendación es no ponérselo fácil y ser un mínimo responsables a la hora de compartir la privacidad de nuestros hijos, sobrinos, familiares o amigos.
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